Yo siempre he sido muy sensible a los olores y especialmente para los perfumes, no me gusta cambiar, suelo ser fiel a uno y me gustan sobre todo las esencias puras como el azahar, la magnolia, vainilla o el jazmín.
Y desde que soy madre, hay algo que he experimentado y descubierto con mis hijos: su olor; olor a vida, a pollito, a bebé. No me canso de olerlos. No necesitan de perfumes ni colonias, su olor es algo maravilloso, puro, me engancha y me encanta.
Cuando cierro los ojos y lo respiro es como un soplo de vida que me llena los pulmones, el alma y el corazón, siento que me da paz. Es amor, es un abrazo, es un achuchón que huele a vida y me siento dichosa de poder disfrutarlo y sentirlo plenamente.
Reconozco que estoy enganchada, ¡qué vicio más rico!.
Cuando cierro los ojos y lo respiro es como un soplo de vida que me llena los pulmones, el alma y el corazón, siento que me da paz. Es amor, es un abrazo, es un achuchón que huele a vida y me siento dichosa de poder disfrutarlo y sentirlo plenamente.
Reconozco que estoy enganchada, ¡qué vicio más rico!.
¿Hay algo más maravilloso que el placer de disfrutar de su olor?
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